sábado, 10 de marzo de 2012

AM ENDE KOMMEN TOURISTEN. LLEGARON LOS TURISTAS


Título original: AM ENDE KOMMEN TOURISTEN
Origen: Alemania
Duración: 87 minutos

FICHA TÉCNICA
Robert Thalheim (Libro y guión)
Britta Knöller (Producción)
Hans-Christian Schmid (Producción)
Yoliswa Gärtig (Fotografía)
Michal Galinski (Dirección de arte)
Rita-Maria Hallekamp (Dirección de arte)
Ewa Krauze (Vestuario)
Stefan Kobe (Edición)
Anton K. Feist (Sonido y Música)
Uwe Bossenz (Sonido y Música)

ELENCO
Alexander Fehling (Sven Lehnert)
Ryszard Ronczewski (Stanislaw Krzeminski)
Barbara Wysocka (Ania Lanuszewska)
Piotr Rogucki (Krzysztof Lanuszewski)
Rainer Sellien (Klaus Herold)
Lena Stolze (Andrea Schneider)
Lutz Blochberger (Jürgen Dremmler)
Willy Rachow (Lehrling Micha)
Roman Gancarczyk (Restaurator Karol)
Adam Nawojczyk (Restaurator Piotr)
Halina Kwiatkowska (Zofia Krzeminska)
Joachim Lätsch (Lehrer)


Para poder hablar sobre este film es necesario ubicarnos geográficamente. Es decir, para esta historia no sólo es importante el dato histórico, sino dónde se desarrollan los acontecimientos que trataremos de analizar.

Robert Talheim, su realizador, tiene 38 años, nació en Berlín y este es su segundo film. El primero, muy premiado, se titula ”Netto”, estrenado en Alemania en 2005.

En Alemania, aún hoy, no es lo mismo vivir en Berlín que en Bonn. Berlín guarda todavía muchos resabios de la masacre nazi, al menos en los aspectos emocionales más que socio-culturales. El director de esta película hizo su “servicio civil”, aunque esto suene mal, en el departamento de pedagogía del Centro Internacional de Encuentro Juvenil, precisamente en Auschwitz, tal como lo hace el protagonista del film.

Para clarificar aún más la ubicación donde se desarrolla esta pequeña historia, diremos que entre Berlín, donde se encontraba el famoso muro que separó durante más de 40 años las dos Alemanias, y Auschwitz, Oświęcim, Polonia, sólo hay 553 km., más menos la distancia entre Punta Alta y Neuquén; y entre Berlín y Bonn la antigua capital de la Alemania Federal es de 606 km., un poco menos que a la ciudad autónoma de Buenos Aires. Tales las distancias que el ejército nazi tuvo que caminar para iniciar una de las masacres más atroces de la humanidad en el s. XX. Y es el camino que nuestro personaje tuvo que franquear para llegar a uno de los lugares más increíbles de la historia europea escrita.


Esta pequeña digresión sobre la geografía del film para unos no será necesario, pero para otros constituirán datos casi fundamentales para la comprensión de los sentimientos, las emociones, los intereses y los conflictos interpersonales que se observan en el desarrollo del cuento. Esto tendría que ser así para cualquier film, pero en este caso cobra el sentido de la implacable historia y su incidencia en la psicología y los caracteres de los personajes, elementales muchos de ellos, pero de suma complejidad algunos otros por sus dudas y planteos existenciales producto precisamente de esos acontecimientos.

El exterminio de millones de judíos no se produjo en el marco de una guerra simple y convencional, fue un genocidio, un holocausto, que muchos aún hoy tratan de explicar o de encontrarle sentido. Podemos incursionar en una disquisición desde los grandes intereses económicos europeos y del mundo entero que Hitler se atrevió a cuestionar, podemos acercarnos desde lo religioso a partir de la lucha por el poder espiritual de gran parte de la humanidad, o desde lo étnico y los poderosos designios que ciertos pensadores invocaban para el dominio de la tierra de unos hombres especiales sobre otros de inferior condición, y habrá muchas más. Lo que sí es cierto es que todas estas causas han confluido de alguna manera, sin duda, para generar la guerra más sangrienta del s. XX. Que un chico de veinte años pueda comprender este fenómeno es difícil, y requiere de un proceso vital, de maduración, no sólo racional y filosófico. Esta película incursiona en la vivencias que Sven, recién llegado de Berlín para hacer su servicio social, tiene cuando mira a su alrededor las calles, casas, barracas, museos y personajes, de este gran campo de concentración que fue Auschwitz. Cuidar a un sobreviviente, que generacionalmente nadie entiende, y a muchos molesta; descubrir visualmente las valijas que los alemanes hacían preparar a los judíos, engañados, para luego trasladarlos a las cámaras de gas; y pisar esa tierra polaca, con sus hombres y mujeres, su cultura y sus costumbres, y enamorarse candorosamente de una de ellas, no deja de constituir uno de los caminos más ricos y profundos que un hombre puede recorrer.



Tres aspectos resaltan de este film y, por lo tanto de la historia o de la concepción con que fue elaborada; uno de ellos es la confusión en la que se encuentra viviendo la juventud polaca residente en Auschwitz; la segunda, la ignorancia y la indiferencia con que tratan el holocausto; y tercero considerar que están viviendo en un hoyo contaminado por una historia que ni les interesa ni la entienden, y por lo tanto deben abandonar. Por último, como causa y dato curioso, Auschwitz se fue transformando en una región turística, donde alemanes, y en general europeos, pueden recrear, desde un ángulo pintoresco y de color las consecuencias de la masacre nazi.


Por último, podemos decir que el cine universal, y especialmente el hollywoodense, han filmado innumerables películas sobre el holocausto y la cuestión judía. Podríamos citar dos grandes documentales, “Nuit et brouillard” -1955- (Noche y niebla) del gran director francés Alain Resnais, y  “Shoah” (1985), de Claude Lanzmann, también francés. Y, en el terreno de la ficción, casi toda la filmografía del austríaco Michael Haneke, en especial “The White Ribbon” -2009- (La cinta blanca), sobre los fundamentos antropológicos y sociales del origen del nazismo.

Héctor Correa
Punta Alta, marzo de 2012






domingo, 4 de marzo de 2012

J. EDGAR. EL PODER ORGANIZADO

Película: J. Edgar. Dirección: Clint Eastwood. País: USA. Año: 2011. Duración: 137 min. Interpretación: Leonardo DiCaprio (J. Edgar Hoover), Naomi Watts (Helen Gandy), Armie Hammer  (Clyde Tolson), Josh Lucas (Charles Lindbergh), Ed Westwick (agente Smith), Judi Dench (Annie Hoover), Damon Herriman (Bruno), Jeffrey Donovan (Robert Kennedy), Dermot Mulroney (coronel Schwarzkopf), Denis O’Hare (Albert Osborne). Guión: Dustin Lance Black. Producción: Clint Eastwood, Brian Grazer  y Robert Lorenz. Música: Clint Eastwood. Fotografía: Tom Stern. Montaje: Joel Cox y Gary Roach. Diseño de producción: James J. Murakami. Vestuario: Deborah Hopper. Distribuidora: Warner Bros. Pictures International España. Estreno en USA: 9 Noviembre 2011.







Del análisis formal de esta película, en primera instancia, “El Ciudadano Kane” de Orson Welles quizá sea la obra más influyente en lo que respecta a la estrutura narrativa y a ciertos contenidos relacionados con la cultura, la política, la moral, la ética o los comportamientos de los medios frente al fenómeno J. Edgar Hoover. Durante la guerra fría, y aún permanecen vigentes, muchos países crearon instituciones del estado destinadas a la vigilancia, el control y la intromisión en la vida privada de sus ciudadanos. También tuvieron sus fantasmas, sus actitudes paranoicas y sus agentes preparados mentalmente para llevar a cabo todo tipo de operaciones sobre los hombres, sean estos políticos o no, y sus pensamientos, ideas o formas de pensar “sospechosas” para la presunta seguridad de los habitantes y el poder.

Clint Eastwood disecciona en este film uno de ellos, quizá el más significativo para EE.UU y el mundo entero. Su manera de narrar los aspectos más oscuros de su vida y poner el acento en la permanente interacción vida privada-hombre público, moral-ética y concepciones ideológicas, traducidas formalmente en un continuo devenir espacio-temporal de imágenes y escenas de su niñez; su peculiar relación con una madre castradora, y, como ineludible consecuencia, la incidencia de todo en la formación de la mayor y más poderosa organización policial y represora de toda la historia de la humanidad, convierte este biopic en una cabal síntesis de la cultura norteamericana.



Dustin Lance Black, el guionista, hijo de una familia mormona, muy interesado por la problemática gay en Estados Unidos, había recibido un premio (Oscar) al mejor guión original por el film “Milk” (sobre la biografía de Hervey Milk) dirigido por el director Guy Van Sant, que más que una biografía sobre un candidato a alcalde es un verdadero examen de la cuestión gay en ese país. Lo que explicaría el tratamiento dado a Hoover y sus allegados o amigos por Eastwood en esta película. El guión es una pintura de la madre castradora, el amigo leal de condición homosexual, su personalidad tremendamente contradictoria, su mirada crítica brutal e implacable sobre la hipocresía, y su afán mesiánico contra la irrupción de lo extranjero y bárbaro a sus ojos, que con el uso pragmático e iconoclasta del poder represor con una increíble cuota de imaginación y total carencia de escrúpulos, lo convierten en un personaje rico y profundo, desaliñado e impío, síntesis y concentrador de las transformaciones más profundas de los métodos investigativos del FBI, y su influencia sobre la sociedad toda.



Sobre estos temas, incluido por supuesto el FBI, las razones de la contradictoria y perversa por momentos, personalidad de Hoover, Hollywood ha hecho muchos films. Podríamos decir que el cine negro, producto de la novela negra, ha tocado en cada obra algún rasgo de este perfil severo y sombrío. Si analizáramos las narraciones de Carroll John Daly, Dashield Hammet, Raymond Chandler, Ross McDonald, James M. Cain, Jim Thompson, o James Hadley Chase, cada personaje, cada héroe o mafioso, cada investigador privado o policía, llevan o nos llevan hacia J. Edgar. Más, podríamos decir que la historia del FBI es la historia de la novela policial negra y, como consecuencia, del cine negro.

El otro aspecto, que hace de este film muy interesante es la forma que eligieron para contar este biopic. Orson Welles inicia “El Ciudadano” cuando una palabra que pronuncia Kane “rosebud” dispara una investigación sobre la vida de uno de los magnates (William Randolph Hearst) más sombríos de EE.UU. La investigación recoge varias versiones del mismo personaje y de los mismos hechos haciendo avanzar el cuento por diversos niveles y caminos de la historia misma del país. En J. Edgar, creador del FBI, Hoover va narrando distintos aspectos de su biografía a distintos escribas, contando desde varios y distintos ángulos interesantes acontecimientos de la historia norteamericana y de su propia tenebrosa psicología. Ambos, tanto Hoover como Kane confluyen en demostrar que los fundamentos de sus absurdas vidas tienen en sus madres y padres razones insoslayables.



El guión, como la historia, contempla varios planos, todos centrados en el protagonista. Primero ¿cómo contar esta biografía? El recurso es que Hoover vuelca, no todo, pero al menos muchas aristas conflictivas, a periodistas. No importa quienes son ellos. Las imágenes remplazan la escritura en un ir y venir temporal y espacial que, suponemos, va plasmándose en el papel. Segundo, el devenir histórico del relato, de ser, el propio J. Edgar, un mero e ignoto soplón sumido en una biblioteca importante, a ser el creador de la mayor organización con características policiales y anticomunistas del mundo. Y tercero, la psicología de este personaje, su homosexualidad, su extraña y perversa relación con su madre, su amigo gay de toda su trayectoria -ambos son mostrados ancianos por Eastwood-, y su otra increíble e inverosímil correspondencia con la que se constituye en secretaria y guardadora de los más tenebrosos secretos de estado, de sus participantes y de sus miserias.

Ya, en otros films, como “Río Místico”, “Gran Torino” o “Banderas de nuestros padres”, estos planos se vislumbran con más claridad y transparencia, constituyen tópicos que se van repitiendo, con originalidad y creatividad, y perfilan un cine de una calidad formal y conceptual, que orillan una obra distinta, de hondas raíces políticas, sociales y antropológicas que, sin duda, apuntan a advertir y desmenuzar los peligros de una sociedad enferma y descontrolada como es la norteamericana.

Héctor Correa
Punta Alta, marzo de 2012


sábado, 3 de marzo de 2012

OPINIÓN. LOS CINEASTAS ARGENTINOS SE SUICIDARON





Sábado 03 de marzo de 2012

Cine / Polémica abierta

Frémaux, en el ojo de la tormenta

Por Marcelo Stiletano | LA NACION

"Los cineastas argentinos se suicidaron." La frase desató un enorme revuelo en las últimas horas, sobre todo, porque quien la pronunció es nada menos que Thierry Frémaux, el delegado general del Festival de Cannes y, como tal, responsable de la programación de la sección oficial de la muestra de cine más importante del mundo.
Desde México, donde participa del Festival Internacional de Guadalajara, Frémaux lamentó lo que aparecería como un retroceso del cine nacional desde su visión. "Esperábamos más, luego de un momento inicial importante. Pero nunca creció. Los cineastas argentinos se suicidaron. Pablo Trapero es el único que les está apostando a las películas distintas, sin importarle el éxito de la taquilla", señaló.
Frémaux hizo estas declaraciones periodísticas en el contexto de un análisis de distintas expresiones cinematográficas nacionales. Señaló que México "es el país del melodrama y el cine mexicano es cada vez más necesario en nuestra programación" y que Brasil "es una gran industria con un cine para el gran público".
Las referencias a la Argentina del hombre fuerte de Cannes abrieron un fuerte debate. Frémaux es muy conocido entre nosotros y pasa por aquí por lo menos una vez por año. La última vez estuvo a fines de noviembre para presentar por segunda vez la Semana del Cine Europeo, que él mismo se ocupa de programar con títulos inéditos que pasaron por Cannes, y participar de Ventana Sur, creado como mercado internacional en estrecha colaboración con Cannes.
Frémaux compartió esas iniciativas y otras actividades en Buenos Aires con la presidenta del Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales, Liliana Mazure, que ayer reaccionó con sorpresa ante los dichos del francés. "Por supuesto, se trata de una declaración que no puedo recibir con agrado y estamos buscando a Thierry para que nos aporte algunas precisiones al respecto", dijo a LA NACION.
A juicio de la funcionaria, Frémaux "habla en función del perfil de las películas que él selecciona como programador de la sección oficial competitiva de Cannes y no de todo el cine en general, porque El secreto de sus ojos, que fue un éxito en todo el mundo y ganó un Oscar, no pasó por Cannes".
Para Mazure, hay que desvincular las afirmaciones de Frémaux del panorama general del cine argentino. "Lo que Thierry dijo tiene que ver sólo con las películas que él necesita para el festival. Desde el Incaa, en cambio, impulsamos y fomentamos la creación de un industria con títulos más y menos comerciales, más y menos experimentales, apoyando a los consagrados y a los debutantes. Apoyamos a nuestros realizadores para que vayan a Cannes, pero dentro de un perfil determinado. Hay que evitar cualquier generalización."
Uno de los films de los que se habla para Cannes 2012 es, precisamente, El elefante blanco, el más reciente trabajo de Trapero, cuyo estreno en la Argentina, previsto para el 24 de mayo próximo, coincidirá con el tramo final de la muestra en la Costa Azul. Carancho, la obra anterior de Trapero, acaba de estrenarse en Inglaterra.
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